Felipe II fue el hombre al que el mundo se le quedaba pequeño. Aceptó ser juzgado como gobernante, pero nunca como persona, la que Martínez Llamas deja al desnudo.
Felipe II fue el hombre cuyo carácter no ha sido fácil de estudiar. Siempre guardó para sí mismo las emociones, como si esa fuera su religión. ¿Prudente? ¿Enigmático? ¿Realista? ¿Intransigente? ¿Visionario? ¿Obsesivo? ¿Paranoico? ¿Mujeriego? ¿Hipócrita sexual? Tal vez por esta forma de entender las maneras de proceder, Felipe II aceptó ser juzgado como gobernante, pero nunca como persona.