ISBN: 978-84-127780-4-5. Depósito Legal: LE-50-2024. Tamaño: 160 x 210 mm. Impresión: monocroma. Páginas: 492. Encuadernación: rústica con solapas.//
Desde la tranquilidad del campo, la paz del soto, la quietud del agua y lo que supone disponer de todo el tiempo del mundo; alejado de la ciudad, al margen de concienzudos tratados preocupados, creen, por encontrar las causas de todo, y en cierta forma crítico con tertulianos que se afanan por transmitir sus puntos de vista; y sobre todo, sabedor de que cuanto pueda decir tendrá escaso recorrido
sin que ello me preocupe lo más mínimo, me permitiré abordar, con calma y sin ninguna meta concreta, procurando utilizar la lógica y el sentido común, todos aquellos temas que considere de interés
utilizando para tal fin tanto la prosa como el verso y fijándome como tiempo el que dura una legislatura normal aunque permitiéndome alargarlo o acortarlo a mi único criterio. Para procurar facilitarles la
lectura de cuanto sigue, les señalaré que esa diversidad se subdivide en tres grandes áreas.
Una de ellas hará referencia a temas de actualidad coincidentes con determinadas efemérides cuyo tratamiento suele ocupar espacios muy reducidos en los medios de comunicación. Otra estará focalizada en temas de actualidad local que al ser conocidos por unos pocos, los manejan o tratan de manipularlos a su antojo con la finalidad de confundir al vecindario. Y la última, retomará temas de interés general de cualquier índole por cuanto como ciudadano de un estado de derecho puedo permitirme opinar sobre aquello que considere oportuno.
Esos medios más conocidos a los que hacía referencia en el epígrafe anterior ocupan, sin embargo, grandes espacios de tiempo y lugar hablando con quienes pretenden contravenir e invertir la historia manipulándola; dándoles cancha, ofertándoles momentos y situaciones para que pueden restregarnos lo que consideran su superioridad y nuestra ignorancia. Porque tanto unos como otros, aunque en diferente medida, creen que efectivamente somos lo más parecido a un rebaño de ignorantes. Convendría recordarles a esos moralistas de la separación y a esos imbuidos de un saber rancio rayano a la pedantería y a aquellos que por puro interés crematístico les dan cancha, que la ciudadanía no se cree ninguna de sus soflamas, sabe perfectamente a qué obedecen sus estrategias y no se deja embaucar por ese intento adoctrinador al que tratan de revestir de falsa humildad, solidaridad y martirismo.
Considero que ya va siendo hora de que esos medios, olvidándose de ratios de audiencia y de otras lindeces subjetivas no exentas en muchos casos de narcisismo, restrinjan sus micrófonos a quienes
pretenden dividirnos. Porque la historia está ahí. No la ha escrito ni inventado nadie en particular sino que se ha ido forjando a través del tiempo mediante hechos objetivos que tan sólo algunos ignorantes malintencionados tratan de negar , reescribir o manipular. Y en esa historia que es de todos, quienes hoy tienen más discurso en base a intereses espurios, son quienes menos incidencia han tenido en esa historia general. Todo lo demás no son sino componendas de momentos coyunturales marcados por la efimeridad.
Cierto que la lógica y el sentido común no son patrimonio exclusivo de nadie, como tampoco lo son los diagnósticos sesgados; pero sin ser patrimonio de nadie, ambos se rigen por unos parámetros que cuando se conculcan de manera interesada y perversa, colocan al usurpador en una situación difícilmente defendible por cuanto se retratan con nitidez. Quien mejor representa esta categoría es sin lugar a dudas la clase política sin excepción alguna, a lo sumo con ligeros matices, pero en el fondo y más concretamente en periodos electorales, parecen estar enfrentados continuamente a esos parámetros pretendiendo, además, que la ciudadanía de cualquier signo siga su mismo camino. Y cuando esos procesos se acumulan, como es el caso, esa ciudadanía simplemente les da la espalda hastiada de tanta necedad, tanta mentira, tanto desparpajo y tan poco respeto hacia quienes, con su voto, les sitúan en una u otra posición. Ensimismados en su ignorancia y prepotencia, se creen estar por encima del bien y del mal generando situaciones tan rocambolescas como las que estamos viviendo a diario y que nos
convierten, lamentablemente, en el hazmerreír de Europa.
Probablemente alguien pueda sentirse molesto por la forma de afrontar el tratamiento de algunos temas. Nada tengo que decirles. Recordar, eso sí, que cada ciudadano puede expresar libremente
sus opiniones siempre y cuando lo haga ateniéndose a unas mínimas normas éticas; las mismas que algunos que presumen de demócratas conculcan de manera reiterada aunque pretendan justificarlo
con lo injustificable. Las tres áreas a las que aludí se entremezclan entre sí toda vez que el trabajo no es didáctico.